Ricardo Trevilla, la apuesta de Sheinbaum en Sedena toma el mando con las peores cifras del crimen

En una sala de la Secretaría de la Defensa, era el año 2009 con la primigenia guerra contra el crimen organizado, declarada por Felipe Calderón Hinojosa. 

Una serie de periódicos estaban sobre una mesa en una oficina de la dirección de Comunicación Social. Saludé y el Coronel Ricardo Trevilla me señaló las portadas de todos los periódicos. En ese tiempo era Subdirector General de Impacto El Diario y la revista.

La portada de nuestro periódico estaba llena de imágenes de civiles abatidos, presumiblemente por elementos del Ejército Mexicano. Los otros periódicos registraron muy poco de ese suceso en Tamaulipas. Impacto tenía imágenes exclusivas.

Las Fuerzas Armadas siempre se habían caracterizado por tener una comunicación muy cerrada con los medios de comunicación. En ese primer de muchos encuentros con el Coronel Trevilla, tuve la sensación que no se entendía, y había cierta molestia, por la “intromisión” de los medios en la actividad castrense. Eran otros tiempos.

A la distancia, se pensaba que el narcotráfico había llegado al clímax del salvajismo y el control del territorio. Basta comparar las cifras de ahora, de este sexenio, para darnos cuenta que no, y confirmar la frase: “No hay límites para el deterioro”.

En el arranque de la guerra de Calderón contra los cárteles criminales, tengo la sensación de que no se entendió que había que implementar toda una metodología de registro de información, de datos y escenarios, para enriquecer el proceso epistemológico de lo que se estaba haciendo. 

No tengo ningún indicio de que se haya hecho con el Secretario de la Defensa de ese momento, Guillermo Galván Galván. Termina el sexenio y a comenzar de nuevo, es un país víctima de la soberbia de las cofradías políticas que quieren cimentar su huella, y muchos acaban exiliados, autoexiliados o repudiados. 

Después de Calderón el PRI echó al PAN en el 2012 de la presidencia, y a refundar con Enrique Peña Nieto y el general Salvador Cienfuegos.  

Ese día del 2009, conocí a Ricardo Trevilla como director de Comunicación Social, o algo equivalente. Me dijo amablemente, palabras más y palabras menos, que no le gustaba lo que estaba publicando Impacto sobre los operativos militares, con imágenes de civiles abatidos, algunas también con militares caídos.

Diecisiete años atrás es una enormidad de diferencia en libertad de prensa, en libre expresión en general, y los derechos humanos, sobre todo en el acceso global, para cualquiera, de las tecnologías de la información (TI) y redes sociales.

Avanzada la reunión en la Sedena, el Coronel Trevilla y yo hablamos con más confianza. Me platicó de la seria intención de abrir las Fuerzas Armadas a más información, transparencia y derechos humanos. En el estilo militar, tal apertura me pareció vanguardista, un buen salto a los nuevos tiempos.

En ese 2009 estábamos lejos de imaginar casos como Ayotzinapa, donde el mismo Ejército aparece en la escena, de la militarización del último lustro, de la Guardia Nacional. De la participación activa de las Fuerzas Armadas, con instrumentos legales en Seguridad Pública interna.

Recuerdo posteriores reuniones y desayunos con el Coronel Trevilla. Disciplinado por el régimen dietético que le exigía el proceso para ser General del Ejército: “No puedo comer esto, aquello, la preparación y el rendimiento físico exigen más”. 

Llegó Peña Nieto y Cienfuegos y los cárteles crecieron. Le perdí la pista a Trevilla, me comentaron que se fue al extranjero en misión diplomático militar y de capacitación. El caso es que ya con Andrés Manuel López Obrador en la presidencia, recibí una llamada en octubre del 2019.

Ese día se publicó un reportaje que escribí sobre el desayuno del martes 22, que ofrecía el General Secretario Luis Crescencio Sandoval a generales del Ejército.

El ambiente era tenso por la molestia de los generales. Se hablaba de una especie de claudicación de las Fuerzas Armadas con el crimen organizado, que el presidente López Obrador resumía en las frases: “Abrazos no balazos”, “Atender las causas”, como si el atender las causas no fuese medicina preventiva, y no correctiva como urgía a la violenta situación del país.

En ese desayuno, el orador por parte de los generales invitados fue el general Carlos Gaytán Ochoa, con un discurso con mucho sabor a reclamo sobre la indefensión del Ejército, frente a la nueva actitud que se tomaría con el crimen organizado y las bandas. La polarización también apareció en la escena del desayuno inédito por el contenido y el reclamo.

La llamada que recibí era una invitación del General Trevilla, que en esos momentos estaba a cargo del área de comunicación de la Sedena. No gustó lo que publiqué, se hablaron de impresiciones, de verdades a medias, sin embargo fui muy cuidadoso al verificar todo, a sabiendas de lo que provocaría. Cada quién a lo suyo, me sostuve hasta el final.

Una semana después, La Jornada publicó una larga entrevista con el general Gaytán Ochoa, donde no sólo reafirmó todo lo que escribí, fue más duro, extenso y específico, en un periódico muy centrado en la ideología de las izquierdas, no sólo de México. En lo personal me gusta y lo considero necesario.

Casi 5 años después, a unos días de tomar protesta como Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo nombró este viernes a Ricardo Trevilla Secretario de la Defensa Nacional.

Estoy seguro que será mejor que los secretarios anteriores. Tiene una gran preparación, capacidad y sensibilidad. Tendrá que librar todo tipo de batallas, ojalá sea escuchado, porque el crimen está imparable y avanza en el control de las economías regionales, en el de la frontera sur.

hugorenepaez@gmail.com

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