Sheinbaum entre Irán y Trump: la “neutralidad” y el sesgo ideológico de la 4T en jaque

El ataque de Trump contra Irán reconfigura el orden internacional. México enfrenta impactos económicos, diplomáticos y de seguridad, mientras la presidente de México está entre la ideología obradorista y la realpolitik de EEUU

El reciente ataque de Estados Unidos contra instalaciones nucleares de Irán, ordenado directamente por el presidente Donald Trump, marca un punto de ruptura en el equilibrio internacional a pertir de un movimiento estratégico que reaviva la tensión en Medio Oriente, polariza al sistema global y obliga a los países no beligerantes a definir su postura, entre ellos, México. Una omisión provocará tensión con Washington.

Las repercusiones no tardan en sentirse. Irán controla el Estrecho de Ormuz, por donde transita aproximadamente el 20% del petróleo mundial. Ante el riesgo de una respuesta iraní o un bloqueo de esa vía, los mercados han reaccionado con aumentos en los precios del crudo y el gas, lo que impacta directamente a países importadores como México. Aunque productor, nuestro país depende de las importaciones para abastecer el consumo de gas, del cual más del 70% proviene de Estados Unidos. Esta combinación de dependencia energética y volatilidad internacional presionará aún más la inflación y afectará el ya limitado poder adquisitivo de millones de mexicanos.

A la inestabilidad energética se suma la financiera. Las guerras actuales ya no se libran solo en el campo de batalla: los mercados, las monedas y el crédito son frentes decisivos. La incertidumbre global impulsa la fuga de capitales, fortalece el dólar y debilita economías emergentes como la mexicana, encareciendo su deuda y restringiendo el margen fiscal.

Pero el desafío más profundo no es económico, sino político. Y en el caso mexicano, ideológico.

La presidenta Claudia Sheinbaum, recién heredó no solo la investidura, sino también la cosmovisión del obradorismo, una corriente política que ha mostrado históricamente afinidad con los regímenes de izquierda de América Latina como Venezuela, Cuba y Nicaragua, aliados políticos y estratégicos de Irán.

Esta proximidad, articulada en foros como el de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, no es retórica: implica un entramado de lealtades diplomáticas, discursos comunes y narrativas antihegemónicas que han evitado toda condena directa a violaciones de derechos humanos o alianzas con potencias en conflicto con Estados Unidos.

Hoy, esa posición está siendo puesta a prueba. Con Donald Trump ya nuevamente en la Casa Blanca y en pie de guerra contra Teherán, Washington exigirá definiciones claras. La ambigüedad no será tolerada. El discurso de neutralidad tradicional de la diplomacia mexicana se vuelve frágil cuando se enfrenta a un conflicto con implicaciones globales y a un presidente estadounidense que no duda en castigar a sus adversarios, incluso comerciales o ideológicos.

Para Sheinbaum, la disyuntiva es crítica: ¿mantener la fidelidad al relato ideológico del obradorismo o girar hacia una realpolitik que le asegure estabilidad geoestratégica? El costo de equivocarse puede ser alto. Una postura ideológica mal calculada podría deteriorar la relación bilateral con Estados Unidos, afectar inversiones clave, comprometer acuerdos comerciales e incluso exponer a México a represalias multilaterales.

A esta tensión se suman riesgos estructurales: una posible guerra cibernética que afecte infraestructuras compartidas en América del Norte, mayor presión para endurecer controles migratorios, e incluso exigencias en materia de seguridad regional y cooperación militar.

El ataque de Trump no es solo un bombardeo sobre Irán. Es una onda expansiva que obliga a redefinir alianzas, a clarificar convicciones y a decidir si México será una nación ideológicamente leal a un pasado, o estratégicamente responsable con su futuro.

En este contexto, la neutralidad no puede ser sinónimo de evasión. Requiere firmeza, claridad, y sobre todo, conciencia de que la política exterior no puede estar subordinada al dogma. En tiempos de guerra, los países que sobreviven con dignidad no son los más afines a una narrativa, sino los más lúcidos frente a sus intereses nacionales.

Seis impactos clave para México:

  • 1. Alza en precios del petróleo y del gas LP, afectando hogares y transporte.
  • 2. Mayor inflación interna y presión sobre el poder adquisitivo.
  • 3. Volatilidad financiera: fuga de capitales y debilitamiento del peso.
  • 4. Presión diplomática de EE.UU. para definir postura ante el conflicto.
  • 5. Riesgo de ciberataques en infraestructura crítica compartida.
  • 6. Mayor presión migratoria y cooperación en seguridad regional.

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