En julio del 2018, como presidente de facto, Andrés Manuel López Obrador de inmediato puso en marcha la estrategia para someter al Poder Judicial y a la Suprema Corte de Justicia. Enrique Peña Nieto cedió el poder desde el primer día a cambio del pacto de impunidad.
López Obrador lo hizo a través de su incondicional, el ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, ahora Coordinador de la Mesa de Justicia de los Diálogos por la Transformación, de la candidata Claudia Sheinbaum Pardo.
Pasó de juzgador a ser juzgado. Se encuentra en el banquillo de los acusados con un sinnúmero de evidencias, investigado por la Fiscalía y el Poder Judicial, junto a sus colaboradores, por atentar contra la independencia de la institución, por cohecho, por abuso de funciones, enriquecimiento ilícito, desvío de recursos y más.
Los inicios del plan para someter al Poder Judicial quedaron plasmados en la foto del 6 de julio del 2018, publicada al día siguiente por John Mill Ackerman Rose, esposo de Irma Erendira Sandoval Ballesteros -posteriormente Secretaria de la Función Pública de López Obrador-, en la imagen también aparece su hermano Netzaí Sandoval Ballesteros con el sonriente ministro Zaldívar.
Los Sandoval Ballesteros se consideran del grupo de los “puros”. Mantienen fuertes lazos con la familia Batres Guadarrama, de la cual Martí es Jefe de Gobierno de la CDMX y Lenia, ministra de la Suprema Corte, y Valentina es diputada local en el Congreso CDMX, donde preside la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, la misma que determina el monto final de los recursos que ejerce su hermano.
Al tomar el poder la 4T, Zaldívar ubicó a Netzaí Sandoval en el Instituto Federal de la Defensoría Pública, quien fue asesor de su ponencia del 2018 al 2019, y uno de los conductos con el Poder Ejecutivo, en especial con su hermana en la Secretaría que evalúa y da seguimiento a la actuación de los funcionarios públicos.
Sin embargo la frustrada reelección de Arturo Zaldívar como presidente de la Suprema Corte, y la llegada el 2 de enero del 2023 de la ministra Norma Lucía Piña Hernández al mando del máximo tribunal cambió el tablero.
Netzaí Sandoval salió del Instituto de Defensoría Pública 19 días después de tomar posesión Norma Piña, ya con un debilitado Zaldívar Lelo de Larrea quien supuestamente “cambiaría todo el sistema judicial”, a partir de la incongruencia de López Obrador de cambiar la ley para reelegirlo y beneficiar a un proyecto dogmático, fantasioso y anacrónico, retro de los 60´s.
Se termina el sexenio y de todo eso lo que queda son los vapores del rencor social y la frustración del grupo liderado por Andrés Manuel, un cristiano ferviente de su mito religioso mezclado con un sincretismo personal.
En esta recta del Señor de los Últimos Días… del sexenio, la ministra Lenia Batres Guadarrama, recién togada en enero del 2024 autonombrada “Ministra del pueblo”, rescató a Netzaí y lo puso como segundo al mando de su ministerio: Secretario de Estudio y Cuenta.
Meses antes, Zaldívar tuvo un periodo de hiper narcisismo, una especie de adolescencia tardía en donde salió en TikTok ataviado con colores rosas en la euforia de la película Barbie.
De igual forma apareció con pulseras en el concierto de Taylor Swift en el Foro Sol, y se declaró “swifty”. Quienes tratan de justificarlo aseguran que es parte de una asesoría de imagen contratada para penetrar en el público joven, ahhh…
Pero Zaldívar sabe que con sus ex compañeros no se juega. Le tumbaron la ley militarizante a López Obrador, la reforma Eléctrica, la Electoral, la del Poder Judicial, la de los organismos autónomos, le frenaron varias veces sus obras capricho, y hace unos 10 días el presidente aseguró que la Corte le echaría abajo reformas impulsada por su gobierno y ya avaladas, con el argumento de la inconstitucionalidad.
También sabe Zaldívar que la victimización en medios de comunicación no le servirá de nada. Que antes de estallar la bomba, la letalidad de la información fue revisada a conciencia por expertos. Así que tendrá muy poco tiempo para la campaña de Claudia y mucho dedicado a su defensa.
En esta historia de nuevos poderosos mareados al subirse al ladrillo, en las elecciones del 2021, Irma Eréndira se sintió tan fuerte como inquisidora de funcionarios públicos, que intentó imponer a su hermano Amilcar Sandoval Ballesteros en la gubernatura de Guerrero.
Amilcar era el super delegado en el estado, pero ese cruce iba contra los planes del presidente de imponer a Félix Salgado Macedonio.
En ese momento de megalomanía presidencial, a López Obrador no le importó el historial atroz de Félix, ni las evidencias claras de delito y nexos con el crímen, le importó lo de siempre: la fidelidad ciega.
Ackerman y los Sandoval filtraron información y movieron todo para sacar del camino a Félix Salgado, y lo lograron. Pero vino el manotazo de López Obrador e impuso a Evelyn Salgado, hija de Félix, y cesó a Irmá Eréndira de la Secretaría de la Función Pública.
Evelyn se perfila como la peor gobernante que ha tenido Guerrero, y miren que hay materia en ese estado controlado por los cárteles.
Arturo Zaldívar siempre se vio chiquito -no hablo del físico-, dogmático y lleno de rencor social. Empezó a hablar como Andrés Manuel, con las mismas frases, fue a programas de televisión de Ackerman, acusó a Felipe Calderón Hinojosa de que lo presionó como presidente, pero no tuvo el valor de decirlo y enfrentarlo en su momento, como ahora lo hace Norma Piña con López Obrador.
Desde la trinchera de Claudia, Arturo Zaldívar ya se sentía en la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero. Error de cálculo.
El ex ministro tiene dos caminos: renunciar para no manchar la campaña de Claudia Sheinbaum, aún cuando el proyecto de reforma Judicial, inclusive la votación popular de jueces, magistrados y ministros, quedó herido de muerte por culpa del historial Zaldívar, o esperar a que la candidata le enseñe la puerta, antes de que le haga más daño.
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