Morena acelera ofensiva contra “Alito” Moreno mientras intenta apagar escándalos internos

La nueva solicitud de desafuero contra Alejandro Moreno luce más como un acto de distracción, coincide con la crisis por los vínculos de Adán Augusto López con su operador Hernán Bermúdez y nexos con el cártel "La Barredora", además del capítulo de lujos ostentosos de Andrés López Beltrán en Japón

La Fiscalía de Campeche presentó una nueva solicitud de desafuero contra Alejandro Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI, a quien acusa del presunto desvío de 83.5 millones de pesos durante su gestión como gobernador de Campeche. La petición fue recibida por la Cámara de Diputados, que a través de la Sección Instructora, presidida por Hugo Eric Flores (Morena), convocó a una sesión urgente para este viernes 1 de agosto, a fin de analizar el expediente.

Las carpetas de investigación incluyen pagos por consultorías inexistentes, contratos inflados de seguridad pública y desvío de recursos hacia empresas fantasma vinculadas con publicidad y consultoría fiscal. Se trata de la segunda solicitud de desafuero contra Moreno, luego de que la primera, en 2022, se congelara mediante un amparo.

Escándalos internos: Adán Augusto y Andy López Beltrán bajo fuego

Mientras Morena exhibe una estrategia agresiva contra el líder priista, enfrenta dos crisis internas que amenazan su discurso de honestidad y austeridad.

En Tabasco, la detención de Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad en la administración de Adán Augusto López, destapó los presuntos vínculos del actual coordinador de Morena en el Senado con “La Barredora”, un grupo criminal dedicado al huachicol y al control de territorios en la entidad. Bermúdez, buscado por la Interpol, fue señalado como líder de la organización delictiva y principal operador político-policial de Tabasco durante el gobierno de Adán Augusto.

Por otro lado, el hijo del expresidente López Obrador, Andy López Beltrán, fue captado desayunando en el lujoso Hotel Okura de Tokio y posteriormente saliendo de una tienda Prada en Aoyama, uno de los barrios más exclusivos de la capital japonesa. El viaje generó una oleada de críticas por contradecir el discurso de austeridad republicana de la 4T. La propia presidenta Claudia Sheinbaum se deslindó con una frase que sonó a reprimenda: “El poder se ejerce con humildad, y cada quien será reconocido por su comportamiento”.

El repentino impulso de Morena para aprobar el desafuero de Moreno se interpreta como un movimiento político calculado para contrarrestar el desgaste mediático que provocan los escándalos de Adán Augusto y Andy López Beltrán.

Con la mayoría legislativa de su lado, Morena busca avanzar en un caso que permaneció congelado durante tres años, pero que hoy le sirve para exhibir a la oposición y recuperar terreno moral ante la opinión pública.

Sin embargo, la maniobra deja ver una contradicción: mientras se insiste en “castigar la corrupción ajena”, el partido mantiene silencio y cautela frente a las acusaciones que golpean a dos de sus figuras más relevantes.

Opinión: Morena, juez severo y acusado silencioso

La Cuarta Transformación se enfrenta a un doble desafío moral y político. Por un lado, exhibe su fuerza legislativa al reactivar el caso contra Alejandro Moreno; por otro, lidia con el desgaste que generan los excesos y presuntas complicidades de sus propios cuadros.

El caso de Adán Augusto López no es menor: implica la posibilidad de que, durante su gestión en Tabasco, operara una red criminal amparada por el poder estatal. A esto se suma el viaje de lujo de Andy López Beltrán, que revela la desconexión de la élite morenista con el discurso de austeridad que les dio legitimidad.

El intento de Morena por acelerar el desafuero de “Alito” luce más como un acto de distracción que como un compromiso genuino contra la corrupción. El mensaje parece claro: la justicia avanza rápido cuando se trata de la oposición, pero se vuelve lenta y evasiva cuando las irregularidades involucran a los suyos.

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