¿Y si ahora sí lo desafueran?

Alejando "Alito" Moreno supo escalar, resistir, negociar y hasta transformar las acusaciones en capital político. Pero ahora, el blindaje del fuero se tambalea por presunto peculado y uso indebido de recursos públicos en su gubernatura

LA DUDA
Por Alejandro Álvarez Manilla

No tengo la menor duda: Alejandro Moreno Cárdenas ha sido, en los últimos años, uno de los políticos más hábiles —y más polémicos— del país. Supo escalar, resistir, negociar y hasta transformar las acusaciones en capital político. Pero ahora, el blindaje del fuero se tambalea.

Este 1 de agosto, la Cámara de Diputados recibirá formalmente la solicitud de juicio de procedencia presentada por la Fiscalía Anticorrupción de Campeche. El objetivo: retirarle el fuero como senador electo para poder procesarlo penalmente por el presunto delito de peculado, es decir, el uso indebido de recursos públicos durante su paso por la gubernatura.

Y tengo la duda: ¿estamos frente a una verdadera intención de justicia o ante una jugada con fines políticos?
Porque el desafuero, en México, casi nunca es solo un acto jurídico. Es una señal. Un mensaje. Una advertencia.

Alejandro Moreno —“Alito” para amigos y enemigos— no es un personaje menor. Preside el PRI, negocia con todos los bandos, y fue clave en la alianza opositora…

Se volvió incómodo, impredecible, incluso prescindible. De ahí que no me queda duda de que este proceso también tiene lecturas más allá del expediente judicial.

La Sección Instructora de la Cámara tendrá ahora 60 días para dictaminar si procede retirarle el fuero. Si el Pleno lo aprueba, el caso pasa a la justicia penal. Si no, todo se archiva. Así de sencillo… y así de político.

El caso recuerda los procesos de Mauricio Toledo y Saúl Huerta en 2021, ambos desaforados. También el de Cuauhtémoc Blanco, cuyo expediente se congeló sin dictamen. La duda no es si el Congreso puede actuar, sino si quiere. Y en este sexenio, todo indica que sí, cuando conviene.

Pero atención: esto no es un juicio político, donde se inhabilita a un funcionario. Aquí se trata de retirar el fuero a un senador para que pueda ser procesado penalmente. Lo que sigue es una decisión de fondo para la democracia mexicana.

No tengo la menor duda de que el caso de “Alito” será emblemático, no por lo que se le imputa, sino por lo que revela: que el fuero ya no garantiza inmunidad, y que la ley —cuando se aplica— puede mover estructuras.

Y tengo la duda de si esta vez el poder político dejará que el poder judicial actúe hasta las últimas consecuencias.

Veremos si esta historia se queda en el expediente… o entra en los libros de historia.

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