
La noticia de que Estados Unidos revocó la visa a la alcaldesa de Mexicali, Norma Alicia Bustamante Martínez, y a su esposo, Luis Samuel Guerrero Delgado, sacude de nuevo la política bajacaliforniana. El episodio no se produce en un vacío: llega apenas tres meses después de que la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila, también de Morena, y su marido sufrieran la misma medida por parte del Departamento de Estado.
En el caso más reciente, los reportes indican que fue el esposo de Bustamante quien el 8 de agosto, al intentar ingresar a Estados Unidos por la garita Mexicali-Calexico, se enteró de que su visa había sido cancelada y fue declarado inadmisible bajo la Sección 212(a) de la Ley de Inmigración y Nacionalidad. La orden también abarcaría a la alcaldesa, aunque ella niega haber sido afectada y asegura que su documento sigue vigente. Sin embargo, el silencio de las autoridades estadounidenses y la falta de transparencia alimentan las sospechas.
Patrón preocupante para Morena
Que dos figuras morenistas de alto perfil en Baja California enfrenten la misma sanción en un lapso tan breve no es una simple coincidencia. Washington no revoca visas a funcionarios de primer nivel por un trámite administrativo mal llenado: normalmente es resultado de investigaciones en curso o hallazgos de seguridad e inteligencia que, aunque no se hagan públicos, pesan lo suficiente como para impedirles la entrada a territorio estadounidense.
En términos políticos, el golpe es doble para Morena:
- Desgaste de imagen: el partido que presume honestidad y combate a la corrupción ve cómo dos de sus representantes son objeto de una medida que, en la narrativa internacional, suele asociarse con presunta corrupción o vínculos incómodos.
- Narrativa de selectividad: la repetición del patrón en Baja California abre la puerta a la interpretación de que existe un foco de atención especial de las agencias estadounidenses sobre esa región y sus autoridades.
El silencio que erosiona
Ni la alcaldesa ni el Gobierno federal han ofrecido explicaciones convincentes. La presidenta Claudia Sheinbaum, que en mayo exigió a Estados Unidos explicar la cancelación de la visa a Marina del Pilar, esta vez guarda prudencia. Tal vez porque el precedente mostró que Washington no se siente obligado a justificar este tipo de decisiones, y que la política de “puertas adentro” en materia migratoria y de seguridad es impenetrable para México.
Un mensaje que trasciende fronteras
La revocación de visas no es un castigo judicial, pero sí un gesto diplomático fuerte. En términos simbólicos, significa: “No eres bienvenido aquí”. Y cuando ese mensaje se repite contra figuras de un mismo partido, en un mismo estado, la señal es clara: algo en la política local o en los vínculos de sus actores no gusta en Washington.
Mientras en Morena intentan minimizar el hecho, la opinión pública percibe que la relación entre autoridades morenistas y el gobierno estadounidense atraviesa un momento de desconfianza. Y en política, la desconfianza de un socio poderoso puede ser más letal que una acusación formal.