
Tras un verano de pesadilla, en el que sufrió su primer revés electoral en Durango y después protagonizó la polémica por su costoso viaje a Japón, Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”, reapareció en actividades partidistas de Morena. Lo hizo en silencio, sin reflectores y con un perfil inusualmente bajo, muy lejos del tono triunfalista con el que encabezaba reuniones partidistas apenas unos meses atrás.
El hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, actual Secretario de Organización de Morena, visitó discretamente las estructuras partidistas en Monclova, Saltillo y Torreón, en Coahuila, el último bastión donde el PRI conserva control absoluto de los poderes locales.
“De gira por el Estado de Coahuila visitamos las 3 ciudades más pobladas: Torreón, Saltillo y Monclova. Evalúe el trabajo de nuestros coordinadores y reforzamos esfuerzos para cumplir con nuestras metas organizativas de este año“, publicó.
A diferencia de sus giras de finales de 2024 o inicios de 2025, esta vez no hubo conferencias, ni fotos con gobernadores, ni discursos desde los comités estatales.
La última vez que publicó un encuentro con miembros del partido fue el 24 de mayo cuando participó en el cierre de campaña de Betzabe Martínez, candidata a la alcaldía de Gómez Palacios, Durango.
La discreción se rompió ya que fue reconocido por algunos pasajeros en el aeropuerto de Torreón. La dirigencia local de Morena no ha informado de su visita.
El “presidente de facto” de Morena se vendió entre líneas como fuerza alterna a Sheinbaum
El cambio de comportamiento de López Beltrán es notorio. Desde su llegada a la Secretaría de Organización del partido, “Andy” ejerció, en los hechos, la presidencia de Morena, desplazando a Luisa María Alcalde Luján y erigiéndose en una figura de poder dentro de la estructura partidista. A su sombra se organizaban reuniones con gobernadores, se definían estrategias territoriales y se impulsaba una supuesta “campaña nacional de afiliación” que más parecía un ensayo de control político interno que un ejercicio democrático.
En el Zócalo capitalino y en giras estatales, López Beltrán acaparó reflectores con un discurso de continuidad obradorista, vendiéndose como una fuerza alterna a la presidenta Claudia Sheinbaum. Esa exposición generó incomodidad en Palacio Nacional y en la propia dirigencia morenista, que comenzó a marcar distancia ante su creciente protagonismo.

Los lujos, el arte, la austeridad olvidada… y el desplome
El punto de quiebre llegó con el viaje de lujo a Tokio, donde López Beltrán asistió a una exposición de arte contemporáneo japonés, hospedándose en un hotel de alta gama y siendo fotografiado mientras adquiría una obra de una artista local Yotoi Kusama por 30 mil dólares. La imagen contrastó violentamente con la “austeridad franciscana” que predica la 4T, y que la presidenta Claudia Sheinbaum ha intentado retomar como bandera moral de su gobierno.
La mandataria reprendió en La Mañanera al hijo del expresidente por el costo del viaje y el mensaje político que proyectó: el de una nueva élite morenista desconectada del discurso popular. Desde entonces, Andy optó por el bajo perfil y las reuniones cerradas.
Andy y los “nuevos burgueses” de la 4T
El episodio de Andy López Beltrán no es aislado. En las últimas semanas, Gerardo Fernández Noroña fue exhibido viajando en avión privado a sus actos partidistas, además de un vuelo transatlántico en primera clase y una cas en Tepoztlán de 12 millones de peso.
De igual forma, Adán Augusto López Hernández reapareció en giras financiadas por simpatizantes con evidente derroche y el financiamiento multimillonario a la imagen de la senadora de Chihuahua Andrea Chávez Treviño; y Mario Delgado Carrillo ha sido señalado por gastos excesivos en Europa.
Más recientemente, Anallely López Hernández, delegada del Bienestar en el municipio de Libres, Puebla, fue captada utilizando vehículos oficiales para actividades personales y la presunción de regalos millonarios de Nazario Ramírez Ramírez, presunto operador del Cártel Jalisco (CJNG), detenido por Omar García Harfuch, entre ellos una camioneta Jeep Rubicón de más de un millón de pesos, y viajes de lujos, todo con un sueldo de $19,444 pesos mensuales
Un silencio que dice mucho
En este contexto, la discreta gira de Andy por Coahuila parece más un repliegue táctico que un relanzamiento. La figura del hijo presidencial, que durante meses se presentó como heredero del capital político de su padre, enfrenta ahora un desgaste prematuro y un aislamiento evidente.
Morena intenta contener el costo interno de las incongruencias: la austeridad que se predica desde los discursos de Sheinbaum ya no encuentra eco entre varios de sus principales operadores. Y “Andy”, símbolo de ese nuevo poder informal dentro del partido, ha pasado, en cuestión de semanas, de presidente de facto a fantasma político.