
Bolivia cerró este domingo un largo capítulo de gobiernos socialistas. El economista Rodrigo Paz Pereira, de 58 años, fue proclamado Presidente electo de Bolivia al obtener el 54.5 por ciento de los votos frente al 45.4 por ciento del exmandatario conservador Jorge “Tuto” Quiroga, según el recuento oficial del Tribunal Supremo Electoral con más del 97 por ciento de las actas computadas.
Su victoria marca el fin de veinte años de hegemonía de la izquierda iniciada por Evo Morales en 2006 y continuada por Luis Arce Catacora, gobiernos que mantuvieron un estrecho vínculo con el llamado bloque “progresista” latinoamericano y con la Cuarta Transformación mexicana durante los mandatos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo.
Un trotamundos convertido en presidente
Nacido en Santiago de Compostela, España, el 22 de septiembre de 1967, Rodrigo Paz es también ciudadano español. Su infancia transcurrió en varios países de América Latina —Argentina, Chile, Perú, Venezuela y Panamá— debido al exilio político de su padre, Jaime Paz Zamora, quien presidió Bolivia entre 1989 y 1993.
Esa vida nómada moldeó su estilo político: cercano, populista y pragmático. Durante cinco años recorrió más de un centenar de municipios bolivianos, levantando su campaña con una mezcla de mensajes conservadores —“Dios, familia, patria”— y guiños izquierdistas —“hasta la victoria siempre”.
Una dinastía con historia
Paz proviene de una de las familias más influyentes de la política boliviana. Además de su padre expresidente, su tío abuelo Víctor Paz Estenssoro fue cuatro veces jefe de Estado y artífice del voto universal y la reforma agraria, mientras que su tío Néstor Paz, guerrillero, murió de inanición tras un enfrentamiento armado.
Ese linaje le otorga tanto legitimidad histórica como una pesada herencia. En sus redes sociales, el nuevo mandatario no ha dudado en mostrar a su padre —hoy de 86 años— como símbolo de continuidad moral y nostalgia democrática.

“Capitalismo para todos”
Su lema, “capitalismo para todos”, define una propuesta ambigua pero calculada: abrir la economía al sector privado, reducir el gasto público y formalizar la economía sin desmontar del todo el andamiaje social construido por el Movimiento al Socialismo (MAS).
“No tengo por qué definirme, sino ofrecer al país una alternativa”, respondió Paz en una entrevista con CNN cuando le insistieron sobre su filiación ideológica. Su programa plantea cambios constitucionales para facilitar la inversión extranjera, descentralizar el presupuesto, y limitar la reelección presidencial.
El ascenso inesperado
Rodrigo Paz llegó al balotaje de manera sorpresiva. Una semana antes de la primera vuelta, las encuestas lo situaban en tercer o cuarto lugar. Sin embargo, su campaña, basada en recorridos territoriales y una narrativa de reconciliación nacional, lo catapultó al primer sitio.
Lo acompañó en la fórmula Edmand Lara, un ex policía y popular influencer que ha sido clave para conectar con el electorado joven, aunque también fuente de críticas por su estilo confrontativo.
Desafíos inmediatos
El nuevo presidente enfrentará la peor crisis económica boliviana en cuatro décadas, con un déficit fiscal cercano al 8 por ciento, reservas internacionales en mínimos históricos y escasez de divisas. Además, su Partido Demócrata Cristiano no tendrá mayoría en el Congreso, lo que lo obligará a tejer alianzas.
Paz deberá equilibrar su promesa de apertura económica con la preservación de los programas sociales que consolidaron al MAS. También tendrá que recuperar la confianza internacional y atraer inversión extranjera sin provocar tensiones internas.
Fin de una eraLa victoria de Rodrigo Paz simboliza un cambio generacional y político en Bolivia. Su desafío será demostrar que puede modernizar el país sin desmantelar los avances sociales de las últimas dos décadas, y sin caer en la polarización que marcó la etapa de Evo Morales.
Con su estilo pragmático y discurso conciliador, el nuevo mandatario promete un capitalismo inclusivo y un gobierno de transición democrática: “Espero entrar a gobernar, tomar las decisiones adecuadas. Y no a la reelección: que venga otro”, declaró a la AFP.
Bolivia, tras veinte años de un mismo rumbo ideológico, inicia un nuevo ciclo. Su futuro dependerá de si Rodrigo Paz logra convertir la esperanza del cambio en estabilidad real.